18 junio 2006

Un poco de pasado y fiebre nostálgica


Sin poder evitar volver al atún, y recién llegada de trabajar, pienso en lo que me jode despejarme cada vez que, muerta de sueño, pillo la moto para llegar a casa.


Antes de llegar a la Avenida Pearson, me he parado en la gasolinera y allí, en el suelo, me la he encontrado. Era una pinza. Una pinza de pelo, pero no normal y corriente. Parecía antigua, era de plata y tenía unos brillantitos muy pequeños que, por el tacto, parecían muy desgastados. Tenía forma de mariposa.

En esos momentos he sentido una sensación bastante parecida a la que tuve al ver por primera vez un documental sobre barcos naufragados y pueblos fantasmas. El mismo escalofrío light que tuve al encontrar en el desván de mi casa vieja un baúl con cartas de amor de los antiguos propietarios cuando él estaba en la guerra y ella aún ni era su esposa. Es esa sensación que tiene uno (si es que alguna vez lo ha hecho) al entrar en una casa abandonada, pero bien conservada. Parece que acaben de dejarla. Se nota la 'presencia' de una vida en ella. Vidas ajenas a nosotros que tenían lugar mientras paralelamente hacíamos cualquier cosa de las que solemos hacer un día cualquiera y que, por alguna razón, dejaron de ocurrir en ese lugar. Un vaso vacío encima de una mesa que nunca sabremos cuándo fue la última vez que fue útil, ni por qué lo dejaron allí. Y ya por ponernos peliculeros de mal rollo, el típico osito de peluche, cubierto de polvo, en el suelo y dando un aire infantil-the ring que giña más que cualquier otro objeto de terror, sea un fantasma, sea un puñal con sangre.

Ya paro.

El morbo de lo desconocido. El morbo por saber, incoscientemente, que hemos invadido un terreno privado aunque ya no sea de nadie.

De pequeña me apasionaba ir a los anticuarios. Veía objetos viejos y me gustaba imaginar a quién debían haber pertenecido. Alguna vez hasta visionaba el objeto siendo utilizado por alguien a quien no había visto en mi vida, en tiempos lejanos. Cosas como peines, espejos, peinetas o anillos eran tan personales que no creía que debieran ser comprados por segundas personas. Era como robar una parte de alguien y revivirla cada vez que usáramos esos utensilios, aunque no fuéramos conscientes de ello.

Comeduras de tarro fácilmente incomprensibles, supongo.

Así que aunque me gustaba...

...he tirado la pinza.

Audio: Chopin - Nocturno en Mi b

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes, cuando aún pasaba los tres meses de vacaciones en las montañas, siempre estaba entrando a hurtadillas en las vidas ajenas de mis vecinos y autóctonos. Lo hacía, sin duda, por percibir lo prohibido. Esa sensación no la olbidaré jamás :)

Lost in Translation dijo...

hola,

He leido solamente este post y me ha gustado un monton. Yo tb he pensado esas cosas alguna vez, de hecho al lado de mi casa habia una casa abandonada y me metia dentro siempre, con los mismos pensamientos que has plasmado tu...gracias por tu comment en mi blog. He leido tu perfil y aajajjaj debo decir que comparto cosas que tu odias. :D

Bueno quisiera seguir leyendo tu blog pero mañana y pasado tengo 2 examenes asi que te dejo para entonces :) un beso

Para, creo que voy a vomitar dijo...

¿La has tirado por si te contaba cosas?

Bowie dijo...

esas casas, con el suelo que cruje...tienes razón, casi se respira la vida de los últimos inqulinos, ese olor a vida que no se marcha

que te leo, vamos

va el abrazo

Anónimo dijo...

Ya está, repaso completo a tu blog.

No por cotilla (que podría y no pasaría nada xD), sino por manía, tengo muchas y una es leer lo que la gente tiene a bien escribir.

Ya volveré.

yomismo dijo...

Vaya pedazo blog que me acabo de encontrar, mariposita! Te sigo leyendo. Un beso

Yo... golondrina dijo...

La curiosidad y la imaginación son los amantes por excelencia... y cuando desplegan su magia, cosas maravillosas pueden suceder.

Un abrazo, y muchas gracias por la visita...

Ágætis byrjun dijo...

¿escalofrío light?
será el atún.

Anónimo dijo...

romper el límite de lo privado sienta de puta madre. cagarse en lo personal y lo ajeno y que nos digan "eso no debes hacerlo", saber que no podemos que nos morimos de ganas pero quizás llegue la culpa después y atrevirse a descubrirlo.

Anónimo dijo...

Hola! Me ha gustado mucho tu post.
A mi también me encanta mirar los anticuarios, y ver todos esos cachivaches. Yo la pinza seguro me la hubiese quedado, porque creo que estoy incubando el sindrome de diogenes :)
petonets! ;)

paulina y marco dijo...

muy bueno el post, buen blog

no_se_es dijo...

los objetos (y las personas) tienen un pasado que en cierta manera les posee y nos posee. algunas veces sientes lo mismo que describes cuando miras dentro de los ojos de otra persona.
un abrazo

Txe Peligro dijo...

lástima de pizza.

Saludos

Badanita dijo...

Holis!
Vine a agradecerte la visita y a conocerte!
Cuanta curiosidad! Mmmm vivis en londres pero sos catalana?
Me gusto leer todo lo que NO te gusta.
En temas blogs: NO ME GUSTAN ESOS QUE SOLO HABLAN DE DESAMOR, PESADUMBRE, OSCURIDAD Y DESEOS DE NO SE QUE!
El mio es un intento de mostrar(me) mis sentimientos que bastante se alejan de la "queja"-
Petons o Kisses :)
Cuídate !

Laura Pando dijo...

Al principio no entendí muy bien porqué tiraste la pinza...luego me di cuenta de que esa pinza tenía mucha historia y que quedar en tu poder hacía que te apropiaras de algo mucho más importante que ese objeto...
Gracias por pasar por mi casa, espero volver a verte...ten por seguro que tú me verás por aquí.

Un beso

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