17 noviembre 2009

101.

Play.


Me gustaba asomarme a la ventana de mi habitación para verte.
Robaba pequeños fragmentos de tu día a día que nunca te devolví.

Eras un niño, más o menos de mi edad, tenías el pelo casi blanco y los ojos azules y tristes.

En tres ocasiones intenté llamar tu atención:

Una. Un domingo, lanzándote un avión de papel.
Dos. El día de mi cumpleaños, tirando los caramelos de la piñata contra tu cristal.
Tres. El día en el que coincidimos en el ascensor y al salir te robé un beso.

(...)



Un día desapareciste y ya nunca volví a saber nada de tí hasta ayer.

Yo salía del ferrocarril inmersa en mi mundo, escuchando música clásica y tratando de entender por qué cualquier tipo de relación es tan difícil, y alguien me dio un golpecito en la espalda.

Al girarme supe perfectamente quién eras, y sólo me salió un intento de sonrisa y darte un beso en la mejilla. Te quedaste un poco cortado, quizá esperabas más efusividad.

Llegabas tarde a alguna parte y me diste tu teléfono. Lo borré 5 minutos más tarde. Empiezo a cansarme de las "casualidades" y el "destino" que sólo hacen que haga más daño la hora en la que se acaban las cosas. Sé que fue cobarde, pero las cosas son más complejas de lo que muchos piensan.

Nunca sabrás que desde que te fuiste miro cada noche a tu ventana antes de bajar la persiana.

2 comentarios:

Enric Draven dijo...

Cuantas veces hemos deseado que se cumpliera, y nos hiciera caso el príncipe/princesa azul de nuestra vida :)

petons guapa!

Enric

dEsoRdeN dijo...

¿Que lo borraste? Tú estás mal de la cabeza!! Viva el azar y las casualidades, por favor!

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